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miércoles, 5 de agosto de 2009

NOVELA CON COCAÍNA, de M. Agueiév

La lectura de esta obra ha significado, para mí, toda una revelación: el secreto mejor guardado de la conciencia: la desnudez de esta.


La novela, ya de por si, rodeada de un halo de misterio, es una rara avis, un "desajuste" en la tradición literaria. No acepta antecesores ni herederos. Según los escasos datos al respecto, la novela fue escrita alrededor de los años treintas, cuando el autor se desempeñaba como profesor de idiomas en la ciudad de Turquía. En 1935 una editorial parisina publica por primera vez la novela a manera de fragmentos, no siendo hasta los años ochenta que finalmente comienza a darse, a la novela, el justo valor que merece. Siendo hasta entonces que se inicia toda una investigación que permita dar con el autor, el cual jamás es encontrado, ya que nadie de los medios literarios de la época tiene conocimiento alguno de él o su obra. Es gracias a una persona que dice haberlo conocido en Constantinopla, a quien se le deben los pocos datos con que se cuenta. Una obra de tan excelente manofactura que, en algun momento, se sospechó de su autoria al también escritor ruso, Vladimir Nabokov. Más tarde, la esposa de éste último desmintió tal aseveración.


El autor de esta obra parece poseer las cualidades que, él mismo adjudica a Burkevitz, uno de los personajes en la trama


"..la terrible fuerza rusa que no conocía ni barrera, ni obstáculo, ni contención, una potencia de acero, solitaria y taciturna"


De esa manera es como va desenvolviéndose la historia, siempre teniendo como centro gravitacional la reflexión de los acontecimientos en la mente de Vadim, el personaje central de la obra, quién, sin menores concesiones, enfrenta la moral de su época y la trasciende a fuerza de honestidad, de tal modo que su vigencia, aún persiste en esta nuestra época.


El personaje de Vadim parece estar dentro de una batalla interna con una época turbulenta, la de la primera guerra mundial, sin por ello hacer demasiada insistencia en el tema, salvo un pasaje durante el que este antiheroe, observa a una de las mejores mentes de su generación precipitarse dentro de un cerco que parece envolver todas las épocas del Hombre, parece darse cuenta, por primera vez, de lo vano que resultan ser todos esos sueños de grandeza y superación,


"... llegábamos a la inquebrantable convicción de que, como antaño en la época de la tracción móvil, ahora, en la era de la locomotora, le resultaba más fácil vivir a un hombre estúpido que a un hombre inteligente, a un ser astuto que a uno honesto, que el cruel tenía más atractivo que el débil, que el autoritario conseguía más gratificación que el bondadoso, que el embustero se hartaba más que el virtuoso, que el gozador tenía más placeres que el continente. Qué eso ha sido y será así eternamente, mientras el hombre viva sobre la tierra"


Mas adelante, Burkevitz, concluye su discurso al esclarecer el origen, según él, de esta constante en todas las épocas.


"Ese mal era la simpleza. La simpleza que hay en la tendencia del hombre a considerar con desprecio todo lo que no comprende, y que se va ampliando a medida que aumentan la inutilidad y la mediocridad de lo objetos, las cosas y los hechos que, en ese hombre, provocan la admiración"


Blindado de su ideario revolucionario, este personaje sostiene una disputa verbal con el sacerdote del colegio, quien luego de escuchar todos los reclamos y reproches, simple y sencillamente se da la media vuelta y se aleja. Aunque, más adelante, a través de una confesión, el tamaño de su espíritu se agranda de una manera tan humilde que, levanta un muro que resulta imposible franquear y, por ende, la derrota permanecerá para siempre, en él.


En el siguiente capítulo, titulado "Sonia", Vadim padece los sentimientos encontrados del amor-odio, deseo-rechazo. Pareciera que el autor le da al personaje la oportunidad de la "redención" a través de un recurso distinto al de la razón, es decir, la carne. Dicotomía que se resuelve en el siguiente aforismo de la novela,


"Los encantos de un cuerpo de mujer que encienden los sentidos son como los olores de cocina - excitantes cuando se tiene hambre, repugnantes cuando se está satisfecho"


El cual se complementa con el siguiente fragmento,


"Para un hombre enamorado todas las mujeres no son más que mujeres, con excepción de aquella que ama -ella es para él un ser humano. Para una mujer enamorada todos los hombres son seres humanos, con excepción del que ama; para ella es un hombre"


Luego de su segunda derrota, Vadim, se encuentra con la cocaína y una nueva batalla se desencadena en su interior, ya que el mundo sombrío y noctámbulo de la droga, lo lleva a transitar por un camino solitario y sin esperanzas mundanas, las cuales son fácilmente sustituibles por una "toma" de cocaína, y, sobre todo, con tan sólo un mínimo de esfuerzo, pues "lo que importa al hombre no son los hechos ocurridos en su vida, sino sólo la repercusión de tales hechos en su conciencia"


Finalmente, terminará por transitar entre una realidad mezcla de "verdad" y de sueños.


Podría decir que novela con cocaína es una de las confesiones más honestas y, por lo tanto, más crueles que haya leído, a la fecha. Y, es que los acontecimientos que conforman el total de la novela, son de una crueldad que raya en lo despiadado. Una sucesión de "verdades" enunciadas sin mayores trabas, sobre todo las morales.

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