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sábado, 22 de enero de 2011

EL ARTE POP ó LA BANALIZACIÓN DEL ARTE


El arte pop no es otra cosa que el conformismo y la banalización del arte. La evolución de esta corriente artística, lo que hizo fue invertir la antigua ecuación de sujeto-objeto, es decir, si antes los objetos1 servían al sujeto, ahora, con la implementación del nuevo paradigma, es el sujeto quien sirve a los objetos, a través de una idolatra iconografía tanto de personas como de cosas.

Aunque esta corriente artística haya nacido como una reacción ante el Expresionismo abstracto, al que consideraba vacio y elitista, para nadie resulta novedoso enterarse que el arte pop no es más que la loca pretensión de transformar a la publicidad en arte, pues la ideología de tal corriente se basa casi por completo en ésta última. He aquí una evidencia en boca de uno de sus más representativos exponentes: “El diseño es el arte para todo mundo. Una Coca es buena y todas las Cocas son buenas y eso lo sabe Elizabeth Taylor, el Presidente y también un vagabundo” decía Warhol.

El arte pop en su intento por masificar al arte, por sacarlo de las galerías para llevarlo a las calles, terminó por volverlo superficial, efímero, y netamente comercial; lo que equivale a decir que, simple y sencillamente, lo condujo de un extremo al otro.

Si bien es cierto que entre sus argumentos fundacionales el arte pop establece que su función es la de criticar y/o ridiculizar el estilo de vida de consumo norteamericano, así como a los medios masivos de comunicación que lo promueven, sus pretensiones aún hoy en día están muy lejos de posibilitarse, mucho menos de realizarse. El uso de la ironía y la parodia como instrumentos para atacar al sistema académico del arte y la cultura, apenas si han sido capaces de arrancarle una sonrisa sarcástica al verdadero enemigo: el capitalismo especulativo.

El objetivo primordial no está basado en la creación de obras de arte, en el sentido tradicional del concepto ─como algunos de sus exponentes han afirmado─, sino en exponer el trasfondo del estilo de vida norteamericano cimentado en todo un sistema de mecanismos especulativos y manipuladores que le dictan al hombre ordinario cómo debe vivir, ofertándole una gama de distintos estilos de vida. Por supuesto, todos basados en un consumismo displicente. Sin embargo, ese mismo hombre ordinario (al que se supone va dirigida la obra) es incapaz de capturar la ironía aplicada sobre la creación pictórica, quedándose, de hecho, sólo con una imagen publicitaria descontextualizada que lo más que logra es liberarlo del esfuerzo intelectual de interpretar la obra, lo que el anterior estilo, el expresionismo abstracto (de por sí ya sospechoso) le exigía.

Hay quienes afirman que en la actualidad toda cultura es pop, lo cual a mí me parece una afirmación errónea. Pues, sostener una aseveración así, es igual a decir que la cultura está muerta, o que, a la manera de Francis Fukuyama, respecto a las ideologías, dictaminar el fin de la cultura.

El principal problema que yo encuentro en una postura de esta corriente artística es el abandono, o, al menos, relego, que hace de la obra de arte. Al descontextualizar los elementos que utiliza en el proceso creativo de su obra, el artista pop elimina el espíritu gramatical de aquellos objetos de los que se vale para su creación artística, generando, de tal modo, nada más que una simple imagen estetizada de la vida diaria.

La amenaza pop

Sin culpar del todo al arte pop por la condición actual del arte en general, si podemos afirmar que su profundo “culto a la imagen” ha contribuido a la conformación de una cultura estetizada, lo que equivale a decir que la estética ocupa hoy en día un sentido óntico. Atrás quedó el Ser, la Conciencia, e incluso, el Lenguaje, hoy el fundamento reside en la Imagen. Todo es apariencia. Todo es virtual.

La hiperrealidad tecnológica ha terminado por eliminar el sentido fantástico y mágico de la realidad. Tanto ha laxado la antigua interpretación analítico-crítica, que, al final, ha dado por resultado una masificación del gusto y el juicio estéticos.

El arte pop, a través del collage y el pastiche se apodera de las producciones artísticas del pasado (o actuales), eliminando de ellas toda carga semántica, hasta transformarlas en simples adornos y ornamentos superficiales, sin ningún sentido textual argumentativo.

¿Y a dónde nos conduce este relajamiento, y sutil conformismo? Invariablemente a aceptar que todo es válido, aceptable, y ¿útil? Sí, aunque esta utilidad sea puramente decorativa. Entonces la crítica deja de ser analítica, para cobrar matices de fácil aplauso y aceptación ante cualquier producción artística, lo mismo sea mediocre que altamente elaborada, superficial que profunda. Tal parece que a todo el mundo le inquieta decir algo en contra de cualquiera obra, o cualquier artista.

Actualmente nos encontramos inmersos dentro de un nuevo paradigma estético de “todo se vale”, el anterior “elitismo” del arte no es que haya sido superado, tan solo se transformó en un “elitismo de masas”, el cual ya no busca profundidad en la obra, sino simple espectáculo y moda. Se acrecienta una nueva estética que reivindica “el mundo del arte”, es decir, todo aquello que gira en torno al arte (exceptuando al arte mismo, claro está).

La tan mencionada dispersión en las últimas generaciones de creadores, se debe a una falta de centro gravitatorio que las reunifique en torno a principios que exijan del creador estudio, inteligencia y sensibilidad, satisfaciéndose con un puro gusto estético masificado que abandera y promueve el paradigma de lo fácil, ligero, mediocre, en donde la superficie se cambia por superficialidad, y la profundidad es más bien un vacio de propuestas renovadoras.

Hoy en día para ser “rebelde” y “contestatario” basta con tomar un par de cursos en alguna aula de casi cualquier academia artística, o, localmente hablando, en el Centro de las Artes. A lo que me refiero es que ya no parece necesario realizar ningún esfuerzo intelectual, todo se basa en las apariencias, en una destemplada basuralización mediática que (no podría ser de otro modo dadas las actuales condiciones), a lo mucho se contenta con atacar la superficie de la problemática, dejando a la raíz intacta. Y, por lo tanto, cancelando de antemano cualquier propuesta de ruptura e innovación.

Para acabar pronto, el arte pop hace ya tiempo que apesta.

PO(P)STDATA

Con lo anteriormente señalado, no pretendo promover una vuelta a los antiguos totalitarismos académicos (nada más lejos de mis pretensiones), sino simplemente realizar una crítica analítica de los desaciertos del arte pop, los que ni siquiera se relacionan con sus aspiraciones y propósitos, sino con su desafortunado desarrollo en alianza con el mainstream del espectáculo.

Por desgracia, la mayoría de los artistas pop terminaron siendo devorados y digeridos por el mismo monstruo que algún día osaron combatir.

Tampoco debemos sentirnos derrotados de antemano, aunque el problema sigue en pie, nadie ha dicho que la solución para derrocarlo no existe. Pues, mientras el artista puro siga vivo, aún queda una esperanza.

3 comentarios:

Gerardo C dijo...

Me ha parecido excelente tu crítica, justo estaba haciendo una tarea acerca de la banalización del arte y no he encontrado palabras mas acertadas como las tuyas.
vaya que me has motivado.

Gerardo C dijo...

Me ha parecido excelente tu crítica, justo estaba haciendo una tarea acerca de la banalización del arte y no he encontrado palabras mas acertaas como las tuyas.
vaya que me has motivado.

Valentín Corona dijo...

Gracias, Gerardo C. un placer poder compartir las ideas