Unido a...

lunes, 5 de abril de 2010

Extrañando a Kissinger, Etgar Keret


Mi primer acercamiento a obra de Etgar Keret fue muy agradable. Pues este escritor, dueño de una prosa tan sencilla como contundente, nos enfrenta a muchos aspectos de la problemática contemporánea de una manera divertida (en muchos casos, hilarante). La fuerza de su narrativa, creo yo, reside precisamente en su muy particular forma de describir situaciones de lo más cotidianas de una manera nueva, es decir, como si por primera vez escucháramos hablar acerca de un niño que desea un juguete de Bart Simpson (¿qué asunto podría ser menos prosaico y generalizado que ese?) y, sin embargo, su pluma, guiada por su ingenio, es capaz de lograr una de las imágenes más enternecedoras que yo recuerde, al mismo tiempo que una situación verdaderamente hilarante.
Keret consigue, en sus narraciones, hacer coincidir los extremos que abarcan a la vida contemporánea. Ya que al tiempo que nos describe una situación totalmente perteneciente al género gore Extrañando a Kissinger, por su muy personal ingenio de tratar los asuntos cotidianos, no obliga a no tener otra reacción que la risa, al momento de confrontarnos con ella.
Sus personajes representan a una juventud desencantada del ficticio mundo Walt Disney en el que pretenden “encarcelarlos”, es decir, privarlos de toda posibilidad de elección, ¿para qué soñar si la vida es sueño? Sí, pero siguiendo con el poema, los sueños, sueños son. La mayor parte de los individuos que pueblan sus historias comparten ese rasgo en común del desencanto, saben que la realidad en la que se desenvuelven no es tal, sino una simple mascara de felicidad que encubre un rostro de miseria y aburrimiento, así lo demuestra Itzik, personaje de su cuento Estupendamente bien: “No iban a conseguir hacer de él un zombi sonriente al que le gustaran las telenovelas y García Márquez y que se desviviera por besar a su mamá a la mínima ocasión”. El mismo personaje que se pertrecha detrás de la puerta, cinco minutos después de que ha recibido la noticia de que la felicidad iba a llegarle ese día. Recuerda el día y la manera en que la felicidad le había llegado a su padre, y dice: “No me rendiré sin antes luchar. Yo no soy mi padre. A mí no me vas a arrastrar fuera en una camioneta con globos y motivos de Walt Disney y además con una sonrisa idiota pintada en la cara”. La resistencia poco a poco va menguando y, la realidad ficticia comienza a ganar terreno, hasta que “tres sentimientos que no conseguía identificar” lo rodean y le cambian la playera de WHY,? por otra de DON´T WORRY, BE HAPPY.
Dentro del universo narrativo de este autor, pareciera no existir solución alguna que los ayude a salir de la miseria y el aburrimiento en que se encuentran inmersos. Hasta donde recuerdo, ni uno solo de sus personajes consigue escapar. Por más soluciones estrambóticas que se les presenten, la realidad ficticia parece ir frustrando cada intento de fuga. Lo mismo se trate de unas gotas para no sentirse solo, la compañía de un amigo ángel perezoso que se niega a volar, etcétera.
Otro rasgo más que característico de este autor, de una gran mayoría de los escritores actuales es el recurso de la violencia administrada como método para combatir el tedio de una vida demasiado banal y mentirosa, al menos en sus libros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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